El mercado
El Mercado no es solamente un restaurante: también funciona como bar, sala de té y almacén. Queremos ofrecer una experiencia retro-chic: que evoque esa nostalgia y que recuerde percepciones de antaño, pero también, que responda a la vanguardia de elegancia y sofisticación. Al igual que en nuestro menú, cada detalle es considerado y cada espacio es impregnado de su propia gama sensorial.
El crujir del praline al dividir el pastel. El fragor de la rúcula, que se somete al olivo, al cordero. Los senderos de pétalos, pincelados en la vajilla o esparcidos sobre el mantel. Las posibilidades espirituosas, caligrafiadas en tiza. El fulgor multicolor de los delantales cuadriculados y los encurtidos campesinos. El fluir de confidencias, concurrencias y concupiscencias, según el comensal, y del Tomebamba, tras el ventanal.